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¡Basta!

Acabemos con las violencias contra mujeres y niñas.

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    María
    Guatemala

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    Komal
    India

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    Cheper
    Indonesia

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    Saida
    Morocco

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    Nalishebo
    Zambia

  • Zambia

    Danna
    Bolivia

Cada minuto, la violencia devasta la vida de millones de mujeres y niñas en todo el mundo. Se trata de una lacra global que afecta a una de cada tres mujeres a lo largo de su vida, fracturando también las comunidades en las que viven.

Las violencias contra las mujeres y las niñas no conocen fronteras geográficas o culturales, pero el problema es todavía más grave afectando más las viven sumidas en la pobreza. Se trata de un problema enraizado en la desigualdad de género que las mujeres y las niñas enfrentan a lo largo de sus vidas. Aquí tienes más información e historias de mujeres que luchan para cambiar esta realidad..

Por un lado, muchas personas creen que para su familia, sus amistades y gente importante en sus vidas, las violencias contra las mujeres y las niñas son conductas normales, por lo que no la cuestionan incluso si creen que no está bien.

Pero tal y como muestran historias de todo el mundo, también hay cada vez más personas que se manifiestan contra estas violencias.Organizaciones de derechos de las mujeres están consiguiendo que muchas mujeres y niñas puedan vivir sin violencias. Oxfam se ha unido a ellas en su llamado para que todas las mujeres, hombres, niñas y niños digamos ¡basta! de violencias contra mujeres y niñas.

Todas las personas debemos cambiar y ayudar a cambiar las creencias que refuerzan la violencia machista como algo normal. Podemos desaprender lo que hemos aprendido.

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Bolivia

“¿QUIÉN DIJO QUE LAS CHICAS NO PUEDEN SER SKATERS?”

Danna es una de las primeras skaters de La Paz, la capital de Bolivia. Se inició en el skatebording a pesar de que le dijeron que no era un deporte apropiado para chicas. La sociedad en Bolivia, tal y como ocurre en gran parte de América Latina, sigue siendo muy machista. Las violencias contra las mujeres han alcanzado cifras espeluznantes: solo el año pasado fueron asesinadas más de 100 mujeres. El origen de estas violencias es la creencia generalizada de que las mujeres valen menos que los hombres, que están menos capacitadas y que no tienen los mismos derechos. Para Danna, el vínculo es evidente: ejercer control sobre lo que una mujer puede y no puede hacer es un primer paso hacia otras formas de violencia.

Recuerdo caminar por un parque con mi madre cuando era pequeña. Le dije: “¡Mira, mamá. Yo también quiero hacer eso!”. Me imaginaba dando saltos encima del skate. Pero mi madre pensaba que era algo inapropiado para una chica, y dijo: “¿No ves que no hay ninguna niña aquí?”.

Me negué a aceptarlo. Cuando cumplí 18 años, se construyó el primer parque de skate en mi ciudad. Reuní el valor necesario para preguntar a los chicos si me dejaban probar la tabla de skate. Pensé que se reirían de mí, pero en lugar de eso me dejaron probar y me animaron a que persiguiera mi sueño.

No se lo conté a mi madre porque sabía que no me dejaría hacerlo. Cuando me compré una tabla de skate, la escondí debajo del carro, en el garaje. Le decía a mi madre que me iba de compras con mis amigas, pero en cuanto podía me escapaba a hacer skate.

El skateboarding me ha enseñado muchas cosas. Una de ellas es la perseverancia; con cada caída, aprendes a levantarte. Para dominar un salto, tienes que caerte cientos de veces.

Ahora, los skaters de La Paz son como mi segunda familia. A veces vamos a otras ciudades para probar nuevos parques de skate. Pasamos mucho tiempo juntos. Son como mis hermanos.

Ahora hay más chicas en el grupo de skaters. ¡Solo en La Paz hay casi 50! ¿Quién dijo que el skateboarding no es para chicas?

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Guatemala

“A pesar de que la guerra civil ha terminado, la violencia sigue presente en nuestro día a día.”

Esta es la historia de María, de Guatemala.

María Morales Jorge es una mujer maya k’iche de 52 años que creció en Chichicastenango, en Guatemala. Le dijeron que el sitio de la mujer es la casa, y que solo los hombres deben recibir una educación y trabajar fuera del hogar. Pero ella sentía que esto no era justo. A pesar de los problemas y la discriminación a los que se enfrenta, y de las amenazas a su seguridad personal, María está decidida a cambiar esta situación y anima a otras mujeres indígenas a unirse a su lucha.

“Las personas indígenas, y en particular las mujeres, hemos sufrido algunos de los peores episodios de violencia política de la historia reciente de Guatemala. A pesar de que la guerra civil ha terminado, la violencia sigue presente en nuestro día a día.

Fueron varios los motivos por los que no tuve la oportunidad de recibir una educación formal: la escuela estaba demasiado lejos y era peligroso llegar hasta ella, el sistema educativo había suprimido las lenguas y culturas indígenas, y mi familia creía que, si las niñas iban a la escuela, nuestra cultura se resentiría. Así que solo me enseñaron a tejer y a hacer las tareas de la casa.

Recuerdo que, cuando era pequeña, me dijeron que las mujeres no eran iguales a los hombres, y que teníamos que quedarnos en casa y depender de ellos, ya que eran los responsables de ganar dinero. No era capaz de comprender por qué las cosas tenían que ser así. Según fui creciendo, me di cuenta de que no saber leer ni escribir me limitaba, así que decidí aprender y, más tarde, estudiar derecho. Aprendí sobre los derechos de las mujeres y de los pueblos indígenas, y comprendí con mayor claridad que las mujeres tenemos derecho a participar, pero que la discriminación por motivos de género y de etnia trata de frenarnos.

Para romper las cadenas de la opresión, la humillación y la violencia que nos atenazan, primero debemos aprender a valorarnos a nosotras mismas. Ahora tengo un trabajo, lo que demuestra que las mujeres podemos ganar dinero y que no necesitamos depender de un hombre. También apoyo a otras mujeres para que se conviertan en líderes en sus comunidades y para que participen en campañas para cambiar las leyes locales y nacionales. Siento un gran orgullo al participar en el llamamiento para crear la Defensoría de la Mujer Indígena, cuyo objetivo es proteger los derechos de las mujeres indígenas en Guatemala.

Todas las personas tenemos la oportunidad de cambiar y rechazar cualquier tipo de violencia y opresión, y todas deberíamos tener la oportunidad de ser felices.”

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India

“Las mujeres y las niñas deberíamos tener los mismos derechos que cualquier otro miembro de la familia y la sociedad. Si se nos da la opción, demostraremos nuestra fortaleza.”

Esta es la historia de Komal, de India.

Komal es una joven que vive en Uttar Pradesh, en el norte de la India. A pesar de su corta edad, ha sufrido discriminación toda su vida. Sin embargo, está decidida a demostrar su fuerza a través del deporte y está luchando, literalmente, por la igualdad de género. Desafiando la creencia de que las niñas valen menos que los niños, Komal está combatiendo una de las causas subyacentes a las violencias contra las mujeres y las niñas.

“Desde que somos pequeñas, a las niñas se nos enseña a creer y aceptar que los hombres y los niños son superiores. En mi distrito no se nos permite recibir una educación como a los niños. Por el contrario, nuestra función es cuidar de nuestros hermanos más pequeños y encargarnos de tareas de la casa. Así se nos entrena para nuestro papel principal: esposas. Una vez casadas, la mayoría de las niñas de por aquí padece violencia porque se nos considera inferiores.

Vi la lucha como una oportunidad para que mis padres se sintieran orgullosos de mí. Y he demostrado mi fuerza como mujer. Sabía que tanto mi familia como yo sufriríamos discriminación, pero creo que todas las niñas deberían tener las mismas oportunidades que los niños para practicar deporte.

Cuando tomo una decisión, nadie puede pararme. Así que con el apoyo de mi profesor, mis padres me dejaron competir y ya he ganado una medalla de plata en una competición nacional. He demostrado a mi comunidad que las niñas también pueden lograr grandes cosas. Mi madre está especialmente orgullosa. Espera que en el futuro tenga más oportunidades de las que ella tuvo. Creo que todas las niñas deberían tener la oportunidad de estudiar y practicar deporte.

Las mujeres y las niñas deberíamos tener los mismos derechos que cualquier otro miembro de la familia y la sociedad. Si se nos da la opción, demostraremos nuestra fortaleza. Todo el mundo debería tratar a los hombres y a las mujeres de igual forma, y seguiré luchando para que así sea.”

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Indonesia

“Es necesario que todo el mundo contribuya a poner fin a las violencias contra las mujeres y las niñas, para que más y más personas actúen de forma colectiva en sus comunidades.”

Esta es la historia de Cheper, de Indonesia.

Cuando era pequeño, Cheper se preguntaba por qué estaba bien que su padre pegara a su madre. Ahora tiene 30 años y trabaja sin descanso junto a su mujer para proteger a su hija y a todas las niñas de las violencias que sufren en su comunidad, en el este de Indonesia.

“Creo que todas las personas podemos aportar algo, así que empecé por mí mismo.

Cuando era pequeño, mi padre solía golpear a mi madre. Pronto empecé a preguntarme por qué esto se consideraba algo normal y era aceptado por mi comunidad.

Conforme fui creciendo, sufrí la presión de la comunidad para casarme con una chica joven. Mi mujer y yo nos casamos cuando ella aún estaba en la escuela. Entonces no era consciente de que me había casado con una niña, pero ahora me arrepiento de haberlo hecho cuando ella era aún tan joven. Soy consciente de que eché por tierra sus sueños.

Ahora soy un firme defensor de la idea de que debemos cuestionar lo que se considera normal. Las violencias contra las mujeres y las niñas, incluido el matrimonio infantil, son inaceptables. He grabado vídeos con mi comunidad para compartir mi historia y doy charlas en las escuelas para difundir los efectos negativos del matrimonio infantil.

Pero para combatirlo es necesario que todas las personas se comprometan, no solo nuestra comunidad, sino también el Gobierno y los líderes religiosos y comunitarios. Es necesario que todo el mundo contribuya a poner fin a las violencias contra las mujeres y las niñas, para que más y más personas actúen de forma colectiva en sus comunidades.

Tenemos que hacer algo, por poco que nos parezca. Es mejor que no hacer absolutamente nada. El nombre que pusimos a nuestra hija encierra una plegaria. Espero que termine con éxito sus estudios y pueda seguir luchando contra estos problemas que afectan a nuestra sociedad. También espero que, en el futuro, ni mi hija ni ninguna otra niña tengan que pasar por lo que pasó mi mujer.”

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Marruecos

“Quiero que las mujeres y las niñas de mi país rechacen la violencia y reclamen sus derechos. Quiero que se den cuenta de que las cosas no siempre son como nos han enseñado.”

Esta es la historia de Saida, de Morocco.

Tras 10 años de matrimonio, Saida se quedó sin hogar cuando su marido contrajo matrimonio con una segunda esposa. Ahora trabaja para combatir todas las formas de discriminación y violencia que sufren las mujeres en Marruecos, ayudando a las supervivientes a reclamar sus derechos y cuestionar aquello que se considera "normal" en su sociedad.

Un día me desperté y me encontré divorciada, sin casa y sin trabajo. No tenía absolutamente nada.

En Marruecos, la violencia contra las mujeres y las niñas adopta muchas formas diferentes: física, psicológica, económica, legal… Especialmente en el contexto del divorcio. Mi marido me obligó a divorciarme porque no acepté que tomara una segunda esposa, y me obligó a abandonar mi casa. Ni los abogados ni el juez me ayudaron. Pensaron que era algo aceptable porque en mi país, a pesar de la legislación, la mentalidad de la gente cambia muy despacio. Incluso quienes deben hacer cumplir la ley no protegen a las mujeres y a las niñas de los distintos tipos de violencia.

Pero me he dado cuenta de que soy fuerte y de que puedo ayudar a otras mujeres a ver la vida de otra forma. Junto a otras mujeres, conciencio a las personas y cuestiono aquello aceptado en nuestra sociedad. También proporciono información a las mujeres sobre sus derechos.

A pesar de todas las dificultades, lo más importante es mirar hacia el futuro. Ese es el mensaje que comparto con otras supervivientes de la violencia, y que también trasmito a mi hija. Le enseño a ser fuerte y a estar orgullosa de sí misma.

Quiero que las mujeres y las niñas de mi país rechacen la violencia y reclamen sus derechos. Quiero que se den cuenta de que las cosas no siempre son como nos han enseñado.

En todo el mundo, se han de escuchar las voces de las mujeres. Los hombres no son superiores a las mujeres. Todas las personas tenemos las mismas habilidades y los mismos derechos.

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Zambia

“Espero que podamos poner fin de una vez por todas a la violencia contra las mujeres y las niñas. Es esencial que nos unamos.”

Esta es la historia de Nalishebo, de Zambia.

Nalishebo Kashina tiene 20 años y estudia en la Universidad de Zambia. Junto a otros hombres y mujeres de su campus ha decidido que ya basta. Se han unido para combatir la violencia que sufren las estudiantes y de la que cada día son testigos. Y nos piden que nos unamos a su causa.

“En Zambia, la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres está muy arraigada en la sociedad. Por eso, es difícil combatir la violencia sexual que sufren muchas estudiantes en mi universidad. Algunos hombres creen que pueden hacernos cualquier cosa, con total impunidad. Pero un grupo de hombres y mujeres nos hemos unido porque creemos que esta creencia no es correcta y estamos trabajando para combatirla.

He creado un grupo en el campus para luchar contra todas las violencias que sufren las mujeres y las niñas en este país. Hombres y mujeres trabajan en el campus con la universidad para concienciar de que la violencia contra las mujeres y las niñas no es ni normal ni aceptable. Espero que, si nos unimos, podamos cambiar las cosas.

También espero que, en el futuro, las mujeres y las niñas de mi país tengan las mismas oportunidades que los hombres, y que más mujeres asuman puestos de responsabilidad y tengan éxito. ¿Por qué está bien que se censure la forma en la que vestimos? Deberíamos ser libres para vivir sin miedo a los hombres.

Espero que podamos poner fin de una vez por todas a la violencia contra las mujeres y las niñas. Es esencial que nos unamos, como hemos hecho en la universidad, para rechazarla. Animo a las personas a que se manifiesten contra este tipo de violencia. También los hombres deben decir que la violencia contra las mujeres y las niñas no es aceptable, tanto en las instituciones como en el resto del país.”

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